"Indignados". Así están los más de 350.000 emigrantes gallegos ante la reforma electoral que ultiman populares y socialistas para vetar a la diáspora, al menos, en los comicios locales y en el Congreso. Con la ley en la mano, advierten de que se trata de un derecho al que no están dispuestos a renunciar por que así lo reconoce la Constitución. Para los españoles residentes en el exterior, su participación en las elecciones de su país es el "cordón umbilical" que les une con España. Hayan viajado decenas de ocasiones a Galicia o no hayan pisado nunca la tierra de sus padres o abuelos, tienen un objetivo común: seguir teniendo voz y voto en todas las elecciones

R. PRIETO | A CORUÑA "Me siento tan gallego como el que vive junto a la Praza do Obradoiro". José Antonio Fernández es uno de los más de 350.000 gallegos residentes en el exterior que reclaman mantener el derecho de voto. No solo por la morriña por su tierra, sino por derechos históricos, políticos y morales. Los emigrantes y sus descendientes recurren a la Constitución para rechazar las restricciones electorales para la diáspora. Para los residentes en el exterior, la reforma del voto emigrante que defienden PP y PSOE en la subcomisión del Congreso es "inconstitucional". "El veto al voto exterior debe partir de algún iluminado que desconoce el fenómeno de la emigración. Se fijan en lo que necesitan los emigrantes y no en lo que aportaron", denuncia el coruñés Evaristo Oroña desde Buenos Aires.

Para los emigrantes gallegos, la convocatoria de las elecciones gallegas del año pasado puede pasar a la historia como su última cita con las urnas. Todo dependerá de lo que pacten los partidos en la subcomisión del Congreso. La última propuesta de socialistas y populares se inclina por vetar a la emigración solamente en las municipales, aunque en el caso de las generales solo tendrían derecho a participar en las del Senado, donde tendrían una circunscripción propia limitada a cuatro o cinco senadores.

Pero la diáspora vota no a cualquier restricción de derechos, tanto en la Constitución, como en el Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior, aprobado por unanimidad en 2006. "La participación de la emigración es el cordón umbilical que nos une a España. Los españoles que vivimos fuera la queremos y la respetamos tanto como los que residen ahí", asegura Griselda Marrero desde Montevideo. Para Griselda, nacida en Uruguay, "será muy difícil y doloroso entender que no se va a votar más por España y no elegir a su Gobierno".

Desde Argentina, donde residen más de 120.000 emigrantes gallegos, Lola Rial habla de la "ilusión" de la colonia gallega cada vez que hay una cita con las urnas en España. "No soy menos gallega por residir a miles de kilómetros de mi tierra", asegura Lola, que emigró cuando solo tenía 17 años de Vila de Cruces (Pontevedra) hacia Buenos Aires. No entiende qué puede "mover" a los partidos políticos en España a defender el veto a la diáspora: "Llevamos a Galicia en el corazón. Yo eduqué a mis hijos para que se sintieran gallegos. Vivo pendiente de Galicia y de mis familiares en mi tierra. ¿Por qué no puedo seguir participando en las elecciones", se pregunta Lola.

Para Antonio Fernández, hijo de emigrantes de Ponteceso y Lugo en Uruguay, cada emigrante que decide participar en las elecciones en su país "lo hace de forma responsable". "No es cierto que tengamos un absoluto desconocimiento de lo que ocurre en Galicia. Vemos los noticieros de la TVG-añade- y leemos por internet los diarios de allá". Y a los que hablan de la manipulación del voto emigrante también les responde: "Sabemos lo que supone ejercer el derecho de sufragio. Estamos hartos de que hablen de manipulación. Tenemos cerebro. No vendemos nuestro voto por un plato de sardinas", responde indignado a quienes cuestionan la falta de transparencia en el voto exterior.