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El flujo de inmigrantes extranjeros a Galicia se reduce a la mitad desde el inicio de la crisis

(09/12/2010)

El paro, las trabas a la reagrupación y la mayor vigilancia de las fronteras son las causas
 
M. VÁZQUEZ - SANTIAGO

FARO DE VIGO

Del efecto llamada al miedo a la crisis. El paro y las noticias sobre la situación económica en España llevan meses actuando como freno para la inmigración en Galicia, una comunidad donde los flujos migratorios están muy vinculados a aquellos países que en su día acogieron a miles de emigrantes gallegos. En los dos últimos años, sin embargo, la entrada de inmigrantes procedentes de fuera de España ha caído drásticamente hasta situarse a los niveles de 2003. El año pasado, de hecho, llegaron a Galicia 11.903 extranjeros, un 42,2% menos que los que lo hicieron a lo largo de 2007.
Los sindicatos tienen claro que el principal responsable de esta caída es la crisis. “Galicia sigue siendo igual de atractiva para la inmigración que hace cuatro años pero la situación económica está afectando mucho”, explica María José Otero, responsable del Centro de Información a Trabajadores Extranjeros (CITE) de CCOO en A Coruña. Lo mismo opina Anxo Iglesias, secretario de Organización de CIG en Vigo y especialista en inmigración, que explica que “las posibilidades laborales” en Galicia son ahora “muy limitadas” y esa información “llega y se transmite” a través de los propios inmigrantes a los principales países de los que se nutre la inmigración gallega.
Con todo, también ha habido otros factores, algunos ligados indirectamente a la propia situación económica, que explican por qué la entrada de ciudadanos desde fuera de las fronteras españolas se redujo prácticamente a la mitad entre 2007 y 2009. María José Otero cita fundamentalmente dos: el cierre virtual de las ofertas de trabajo dirigidas a trabajadores de otros países y las nuevas “trabas legales” a la reagrupación familiar.
La sindicalista asegura que al CITE de A Coruña acuden cada vez más inmigrantes quejándose de que el Gobierno les deniega sus peticiones para traer a algún familiar, sobre todo por no alcanzar los requisitos económicos mínimos. En cuanto a las ofertas de empleo para inmigrantes, tanto el contingente anual de trabajadores extranjeros como el catálogo trimestral de puestos de difícil cobertura están casi cerrados desde que empezó la crisis.
A mayores, las peticiones de “arraigo” —inmigrantes que llevando tres o más años en el país legalizan su situación gracias a un contrato laboral— son cada vez menos ante las dificultades para encontrar trabajo, una situación que se nota más en Galicia que en el resto del país ya que, según Otero, “con la crisis se ha generalizado la venta de ofertas de empleo a inmigrantes, que compran sus contratos en Madrid o Valencia y luego vuelven aquí”.
La nueva directiva comunitaria de control de fronteras aprobada en 2008 también ha estrechado el cerco a la inmigración ilegal, que aunque en Galicia tiene menos peso, según Otero, ha caído drásticamente.

Los retornos

Al descenso del flujo de inmigrantes hay que sumar también la ralentización de los retornos, un fenómeno que ya se notaba antes de la crisis y que puede obedecer también a factores generacionales y a la estabilidad que viven los principales países de acogida de la diáspora. En los dos últimos años la cifra de retornados pasó de 5.789 a solo 3.232, la más baja de la década.
La consecuencia más visible de este descenso de la población venida de fuera es que, tras años de continuos incrementos, por primera vez la cifra de extranjeros afincados en Galicia ha empezado a caer. Según el avance del padrón municipal del INE, a 1 de enero de 2010 vivían en la comunidad 109.222 ciudadanos no españoles, 2.585 menos que hace un año.
Pese a todo, el diferencial entre los que llegan a Galicia y los que la abandonan (ya sean españoles o extranjeros) sigue siendo positivo. La razón, según explica María José, hay que buscarla en el flujo continuo de inmigración procedente de Europa y en particular de los países del este, que pese a la crisis no se han dejado de mover por toda la UE. Pero también se debe a la vuelta de aquellos emigrantes que tras quedarse sin trabajo en comunidades como Canarias o Madrid, regresan para apoyarse en la economía familiar y poder salir adelante.
Y mientras unos llegan con las maletas, otros regresan a sus países. En 2009 se cambiaron de domicilio 91.751 personas residentes en Galicia. De este amplio colectivo, la mayoría (71.541) eran gallegos que cambiaron de ciudad o comunidad. Pero el dato más llamativo es el de los 6.291 extranjeros que dejaron Galicia el año pasado para volver a sus países, una cifra que duplica las salidas registradas en 2007 y refleja, además, que de las 9.400 personas que se marcharon fuera de España, el 67% eran inmigrantes asentados en Galicia antes de la crisis.

 

 

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