«La crisis nos obligó a dejar Galicia y regresar a Argentina»

El argentino Miguel Ángel Severri es uno de los más de 100.000 extranjeros que, a lo largo de la última década, eligieron Galicia como el lugar en el que instalarse, buscar un trabajo y labrarse un futuro. Pero el fin del bum económico trastocó sus planes y, como muchos otros, se vio obligado a hacer el trayecto de vuelta: abandonar Galicia para buscar en Argentina algo mejor. Un viaje de ida y vuelta que ya ha obligado a retornar a miles de inmigrantes.

Con 55 años, hijo de madre leonesa y padre aragonés, y casado con una nieta de gallegos de Lugo, Miguel Ángel se enteró hace algunos años de que estaban dando cursos para emprendedores. «Me presenté en la delegación de la Xunta en Buenos Aires, dejé allí mi currículo y al tiempo me llamaron».

Finalmente, llegó a Milladoiro a finales del 2004. Ese destino fue elegido por sugerencia de un matrimonio argentino: «Amigos nuestros, que estaban en ese pueblo. Ellos fueron los que al principio me acogieron a mí y al poco tiempo viajó mi esposa, Liliana, con los dos chicos, Matías y Carla», relata.

Los duros comienzos

Ya en Galicia, comenzó a gestionar préstamos para microemprendedores, pero se produjo el atentado de Atocha y se suspendieron todos los préstamos. «Mi esposa ya había vendido la mayoría de las cosas que teníamos en Buenos Aires y había reservado los pasajes». Le desaconsejaron poner en marcha el proyecto que había ideado y un amigo le ofreció adquirir una tienda de alimentación en la calle San Pedro, en Santiago. «Fui a conocer el lugar, me mostraron la documentación de la facturación y vi que era un negocio interesante. Finalmente, nos dieron un crédito y montamos un autoservicio. Le sacamos la antigua fachada de almacén de aldea, lo pintamos, lo mejoramos mucho», recuerda Severri.

Pero el comienzo de la crisis golpeó con fuerza a esta familia, que vio cómo su negocio dejaba de funcionar hasta tener que liquidarlo. «Cuando abrimos la tienda, la gente venía a comprarnos. Fueron buenos tiempos, pero al final tuvimos que venderlo todo ofreciendo cuatro productos al precio de uno. El banco no entendía que no podía pagar. Había decenas de comerciantes con el mismo problema», explica. «A partir del cierre, nos pudimos arreglar para comer con un subsidio que me habían dado en calidad de emigrante retornado, era una ayuda de reinserción de 350 euros por mes».

Fue el duro despertar de la aventura emprendida por esta familia argentina en Galicia. «Cuando llegué, mi motivación era buscar un panorama mejor, por la inseguridad, la inflación y la falta de futuro que tienen los jóvenes en Argentina», justifica. «La crisis, las falsas promesas de ayuda de algunas instituciones en Galicia me obligaron a regresar. Nadie me quiso escuchar, solo me dijeron que pintara el frente del negocio y que hiciera publicidad, que así iba a vender más».

Ayuda para retornar

Miguel Ángel recuerda la ayuda del alcalde de Ames, Carlos Fernández, y de un cura de Cáritas. Ellos les consiguieron un subsidio y les gestionaron los billetes para el retorno voluntario a Argentina hace dos años.