Arteixo sobrevive al velo

Vino de vacaciones a Arteixo y se quedó. Se enamoró de una gallega y ahora vive en el municipio desde hace ocho años. Es español, aunque nació en Marruecos y defiende su cultura, mientras asegura que no es muy distinta de la española: «Gallegos y marroquíes tenemos muchas cosas en común. La comida no es muy diferente», asegura este vecino, cuya timidez le impide decir su nombre.

No era la primera vez que salía de su país. Estudió una profesión, pero su formación no le valió de mucho a la hora de buscar trabajo en Arteixo y decidió ganarse la vida como comerciante. Este hombre forma parte del gran colectivo de magrebíes que viven en Arteixo y que ya tienen nacionalidad española.

Se sienten gallegos y viven en su país, aunque echen mucho de menos Marruecos. La mayoría proceden de Bani Malal, una ciudad situada a 150 kilómetros de Casablanca y hace más de 20 años que están aquí. Vieron crecer Arteixo y contribuyeron a su desarrollo. Ahora ya tienen hijos e incluso nietos.

Explican que no son tan diferentes a los gallegos. Amantes de la buena mesa, les encanta la carne asada y el pollo frito. También les gustan las albóndigas y el pescado: «Lo preparamos muy parecido, pero la carne debe ser sacrificada según indica nuestra religión. Es decir, lo debe matar un musulmán, practicante y hacerlo en nombre de Alá», afirma este residente de Arteixo.

Uno de los valores que está muy presente en la vida de un musulmán es la hospitalidad. Miman con cariño a sus invitados, les gusta ofrecerles comida en abundancia y «poner buena cara, aunque no se esté pasando por un buen momento», es una norma de educación básica.

El Islam les obliga a rezar cinco veces al día, desde que sale el sol hasta que se pone, aunque reconocen que en la primera oración del día son pocos los que acuden a la mezquita a orar.

Lo que más les duele, sin duda, es que algunos vecinos hayan mostrado su rechazo a la nueva ubicación de un nuevo centro cultural y se defienden: «No bebemos alcohol, respetamos a todo el mundo, nos ganamos la vida legalmente, no hacemos daño a nadie y no diferenciamos entre ricos y pobres», explican. Y es que la mayoría creen que este rechazo se debe al desconocimiento de su cultura por parte de algunos residentes.

Censo

Resulta casi imposible contabilizar el número de musulmanes de origen magrebí que hay en Arteixo. Muchos de ellos ya han conseguido la nacionalidad, otros son la segunda o tercera generación. Y algunos acaban de llegar o están a la espera de convertirse en españoles. Del grupo de censados en el municipio, el Concello cuenta 427.

«No sé cómo surgió esto»

Son muchos los residentes de Arteixo que reconocen que jamás hubo problemas con este colectivo: «Es gente estupenda que da gusto hablar con ellos, porque son simpáticos y muy educados», reconoce Eduardo, un vecino, que mantiene relación con varios musulmanes. Algunos no se explican por qué surgió la polémica con la mezquita y luego con el velo: «No sé cómo pudo surgir, porque son muy tranquilos», reconoce otro residente que solo ve la religión como el único elemento diferenciador entre unos y otros: «Están a lo suyo, pero también conocen a los vecinos, los saludan y se paran hablar con ellos», aunque también hay voces que exigen que se adapten a las costumbres españolas.

«Están a lo suyo, pero también conocen a los vecinos, los saludan y se paran a hablar con ellos»