El cielo neoyorquino habla gallego

(13/12/2011)

El cielo neoyorquino habla gallego

«El 75 % de quienes trabajan en la restauración de los grandes edificios de nueva york son gallegos». Así lo asegura josé Santamaría, que desde hace 25 años se dedica a estas tareas en la gran manzana

Fecha 11/12/2011 

Durante décadas la emigración gallega ha formado parte de la mano de obra encargada de levantar los edificios en la isla de Manhattan. Si alguno de los rascacielos de Nueva York hablara, seguramente lo haría con acento gallego. Y es que, aunque poca gente lo sabe, fueron las manos de cientos de emigrantes gallegos las que levantaron algunos de los edificios más emblemáticos de la isla de Manhattan. Una tradición que pervive hasta nuestros días gracias a la aportación de profesionales como José Santamaría, quien desde hace 25 años se dedica al oficio de las alturas.

Según Santamaría el lazo invisible que une a la emigración gallega con los rascacielos se debe en gran parte a la preparación que los emigrantes traían ya desde España, donde gran parte de ellos ejercían como albañiles: «Gallegos que hayan trabajado en los rascacielos hubo muchos, muchísimos. De hecho podría decirte que ahora mismo el 75 por ciento de los restauradores de edificios de Nueva York son gallegos, y en gran parte es gracias a esa experiencia que traían».

Pero no solo la experiencia contaba entre la comunidad gallega a la hora de decidirse a trabajar en los rascacielos. El dinero, desde luego, es otro de los alicientes más apuntados por aquellos que eligieron ganarse el pan cerca del cielo. Con un sueldo que oscila entre los 50 y los 30 dólares por hora, es fácil adivinar por qué subirse al andamio más alto supone una opción rentable (especialmente en un país donde el sueldo mínimo interprofesional es de 6 dólares por hora).

Precisamente poder pagar las facturas fue la principal razón por la que otro gallego, el ourensano Miguel González, decidió cambiar los pinceles por los ladrillos. En 1970 González llegó a EE.?UU. con una visa de artista que le permitió pasar sin problemas por la ventanilla de emigración y que le prometía una oportunidad como futuro escultor. Sin embargo, y nada más poner un pie en tierra, este hombre de 65 años se dio cuenta de que tendría que renunciar a cualquier actividad creativa si quería salir adelante. «La mayor parte de los trabajos que acabé realizando fueron en realidad como albañil en los rascacielos de Nueva York y precisamente uno de los edificios en los que trabajé fue, por ejemplo, las Torres Gemelas», asevera González, quien actualmente ejerce como presidente del Centro Ourensano de Newark.

indios «sin vértigo»

Considerados como los pioneros del andamio, los indios mohawk fueron la mano de obra de edificios como el Empire State Building o el Flat Iron Building. Según la leyenda, esta raza carecía de vértigo, lo que los hacía especialmente aptos para este tipo de trabajos. La realidad que hay tras el mito es que los mohawk resultaban mucho más baratos de contratar ya que estaban representados por sindicatos de fuera del país, lo que significaba que no se atenían a las leyes laborales estadounidenses.

Por esta misma razón, en los ochenta muchos de estos trabajadores tuvieron que regresar a sus reservas después de que la falta de empleo obligara a los empresarios a contratar a obreros locales. Sin embargo la estirpe de los corredores del cielo, como se los conoció en su día, no tardaría mucho en tener que volver a Manhattan. Con la caída de las Torres Gemelas, los nietos de los primeros mohawk regresaron como parte del equipo encargado de reconstruir la Zona Cero.

Por Tatiana López. Nueva York