La presencia de inmigrantes debe considerarse como «una oportunidad providencial para el anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo». Lo dice Benedicto XVI en su Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que se celebra hoy. Muchas de estas personas entran por primera vez en contacto con el Evangelio a través del diálogo respetuoso con los creyentes del país de acogida y de sus testimonios de solidaridad. Pero ocurre también que inmigrantes que tenían esa fe cuando abandonaron su hogar son inducidos a perderla en los nuevos entornos. Éste es uno de los puntos que subrayan para la Jornada de hoy los obispos españoles. Las parroquias españolas se han enriquecido con la llegada de personas de muy diversa procedencia. Sin embargo es evidente que el contexto social y cultural no les ayuda a mantener su fe. La responsabilidad de los católicos españoles es grande.

«Salgamos al encuentro, abramos las puertas», es el lema con que se celebra esta Jornada Mundial en España, una afirmación nada gratuita en estos tiempos de crisis, con tantas necesidades entre los propios españoles. Los obispos animan a promover leyes más justas y actitudes en la opinión pública más sensibles a la dignidad humana de la personas inmigrantes. Y subrayan que en medio de la crisis económica, social y cultural, es necesaria una nueva imaginación pastoral para ser testigos y servidores del Evangelio.