noiés nombrado gallego del año en Cataluña «Siempre encontré gallegos en Cataluña: ¡lo bueno abunda!»

(08/02/2012)

Noiés nombrado gallego del año en Cataluña «Siempre encontré gallegos en Cataluña: ¡lo bueno abunda!»

Eugenio Videla emigró con 21 años y ahora, ya jubilado, fue premiado en su tierra adoptiva

Autor:

JAVIER ROMERO

Localidad:

Noia / LA VOZ

Fecha

Videla asegura que siempre lleva a Noia presente en su corazón. 

 

Noia es su patria chica. La villa que lo vio nacer y crecer en una época de miseria como fue la posguerra. Eugenio Videla (Noia, 1924) es ahora un empresario de éxito en Cataluña. Un emprendedor hecho a sí mismo que creó con «sangre, sudor y lágrimas» un grupo de empresas que ha legado a sus hijos después de décadas de trabajo y con la complicidad de su mujer, María de los Ángeles, otra noiesa con la que se embarcó en esa aventura, muchas veces amarga, que es la emigración. El Foro da Terra Galega le premió hace unos días como empresario gallego del año en Cataluña, algo que, asegura, «no esperaba».

-Usted, aunque lleva muchos años viviendo en Barcelona, desde los 23, ¿recuerda cómo era la Noia de entonces?

-Era totalmente diferente, pero como en todos los pueblos de España. Piense que se había salido de una guerra que había hecho mucho daño, no había medios, había hambre? Todo era gris?

-¿Cuál era la realidad entonces para un joven de su edad con aspiraciones en la vida?

-Las perspectivas eran malas, no había futuro, o al menos era la sensación que teníamos. De todas formas, la juventud hace que saques fuerzas de donde sea para tirar hacia delante: yo intentaba buscar siempre una peseta, vendía café en las romerías, iba a la montaña con pescado? Para mí, todo era bueno con tal de trabajar y sacar algo.

-Ahora que está jubilado, ¿visita con más frecuencia su tierra?

-Siempre he ido, pero es cierto que al estar jubilado dispongo de más tiempo para buscar cualquier excusa que me permita ir unos días. Sobre todo la disfruto a través de los amigos, de su gente, de su carácter? Piense que todo ha vivido una transformación tremenda, pero lo que siempre perdura es eso, la gente. Por suerte, la Noia que yo dejé no tiene nada que ver con la de ahora. Pero no solo visito Noia, hace años que el primer fin de semana de agosto lo paso en Cambados, en la fiesta del Albariño, y desde hace más de 13 acompaño a mi hijo Juan José en una ruta del Camino de Santiago, lógicamente, yo en autocar, pero ello me ha permitido conocer casi toda Galicia y disfrutar de los mil y un rincones increíbles que tiene mi tierra.

-¿Le quedan muchos amigos de la infancia o la juventud con los que disfrutar del tiempo libre cuando visita Noia?

-De la infancia ya van quedando pocos. Los años nos van pasando factura, pero sigo teniendo muchos amigos en Noia que he ido cultivando durante toda mi vida. Aún así, ahora, de mi quinta ya quedan pocos, la mayoría son más jóvenes.

-Y de la emigración a Cataluña, ¿fue mucha la gente de la comarca noiesa que emigró?

-Como le he comentado, eran años muy duros y si alguien que emigraba (no solo a Cataluña, sino a cualquier parte) conseguía salir adelante, acababa trayéndose a familiares y amigos a probar suerte. Siempre encontré gallegos en Cataluña: ¡lo bueno abunda!

-¿Qué reputación tienen los gallegos que emigraron a Cataluña?

-Yo creo que nos apreciaban mucho. Nos tienen por gente honrada, responsable y sobre todo, trabajadora.

-Y el premio que recibió este año, ¿le cogió por sorpresa cuando se enteró?

-Hombre, pues sí, la verdad, no me lo esperaba porque hay muchos paisanos merecedores de este reconocimiento.

-¿Se emocionó durante la gala? ¿Qué sensaciones tuvo durante el acto?

-Sí, sí que me emocioné y no soy persona de demostrarlo. Pero el ambiente, las felicitaciones, el cariño de la gente, el vídeo de mi vida. Realmente quedé contentísimo. Yo no soy un gran orador, por lo que prefiero no dar discursos. Tan solo agradecí ese momento que me estaban brindando. Le aseguro que no podré olvidarlo.

-De usted puede decirse que empezó desde abajo y que fue prosperando hasta llegar a ser su propio jefe... Supongo que eso no fue fácil.

-¡Y tanto! Como suele o solía decirse: sangre, sudor y lágrimas. Piense que después de una guerra, nadie lo tenía fácil, pero yo soy de los que cree que ante la adversidad uno ha de sobreponerse, y bueno, paso a paso las cosas han ido saliendo, y echando la vista atrás, creo que no me puedo quejar. En este camino me ayudó mucho mi mujer, María de los Ángeles, o Angelita, como todos la llamamos. Una noiesa de ojos verdes que sin ella esta ruta no hubiera sido posible. Le debo mucho a Cataluña, ya que yo fui allí a hacer mis Américas y la gente me acogió y me trató como a uno más. Esto es algo que tampoco se puede olvidar.

-Hoy sus hijos siguen sus pasos gestionando la empresa que fundó, esto será para usted un orgullo

-Sí, verdaderamente es un orgullo. Hay padres que se equivocan en darles largas a los hijos. Piensan que son imprescindibles. Pero hay que desengañarse, a los hijos cuando son merecedores hay que darles poderes para desarrollarse por sí mismos. Yo he tenido mucha suerte, ya que mis hijos se han puesto al frente y la empresa ha seguido creciendo. Muchos me han dicho: «Gallego, que suerte has tenido», y sí, en efecto he tenido mucha suerte, yo construí la primera planta y los hijos han acabado el edificio. Cierto es que me consultan las cosas y yo les doy mi opinión, pero siempre en un clima de gran respeto y confianza.

-¿Ha pensado en regresar a su Noia natal para instalarse definitivamente?

-Difícil, pues lo más grande que me ha dado la vida, mi familia, en mayúsculas, la tengo aposentada en Cataluña. Pero a Noia, mi tierra, la llevo siempre en mi corazón.