El crecimiento exterior es una constante en la mayor parte de los concellos gallegos, y de hecho en el conjunto de Galicia se han sumado 20.000 altas en un año, pero a la vista de los datos, Galicia, junto a casos concretos de pequeños municipios ourensanos, se coloca en la parte elevada de la tabla y con diferencia. Basta un dato: el censo exterior representa el 14,43 % de media del electorado gallego. Sin embargo, en la Costa da Morte ese porcentaje casi alcanza la cuarta parte del total, al situarse en el 22,7 %, una cifra que no iguala ninguna comarca gallega aunque, en efecto, si se analizan los casos municipio a municipio, las medias en efecto son más altas. Pero eso también pasa aquí, con algunos de los registros más altos de la provincia. El de Vimianzo se sitúa en el 33,1 % del censo total, y el de Fisterra incluso lo supera: 33,4 %. La capital de Soneira ha sumado más de mil nuevos vecinos en el extranjero en la última década; Fisterra aún no, pero a este ritmo, tardará apenas uno o dos años más tan solo.

¿Significan todos estos datos que no dejan de crecer los votantes? No necesariamente. La experiencia electoral ya demuestra que, en los comicios, aun con participaciones altas, eran en realidad muy bajas atendiendo al censo teórico. Es cierto que la nueva ley de adquisición de la nacionalidad ha facilitado que muchas personas de segunda y tercera generación la adquieran, interesados sobre todo en el pasaporte europeo. Pero la realidad es que hay muchas altas y casi ninguna baja: no se depura casi nada, como explica la diputada socialista Marisol Soneira, responsable de Emigración del PSOE gallego y visitante frecuente de las comunidades de la diáspora. Todo se suma y casi nada se borra, salvo en los países europeos o aquellos americanos en los que hay convenio sobre el registro civil y se cumple. «Moitas das mortes non se comunican á Embaixada», señala la parlamentaria. Y así, claro, el censo engorda más rápido de lo que lo haría normalmente.