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Un 43 % de los españoles expulsarían a los inmigrantes parados de larga duración

(31/10/2012)

Un 43 % de los españoles expulsarían a los inmigrantes parados de larga duración

La percepción del extranjero como un «excedente indeseable» aumenta, a pesar de que la situación de los inmigrantes es mucho menos ventajosa en salario, empleo y prestaciones

Autor:
Antonio Paniagua/la voz  
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Cobran mucho menos, sufren el doble de paro, los desahucios se ceban con ellos y empiezan a concitar el recelo de los españoles. Malos tiempos para ser inmigrante en España. Un 43% de los ciudadanos expulsarían a los trabajadores extranjeros que engrosan las filas del paro de larga duración, frente al 39 % que pensaban de esta manera en 2007, al inicio de la crisis.

Según los expertos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), no se puede hablar de una «explosión de racismo», pero sí que se está potenciando la idea de que los inmigrantes suponen «un excedente indeseable» del que convendría desprenderse.

A la luz del informe Impactos de la crisis sobre la población inmigrante, el deterioro de la situación económica está haciendo aflorar un discurso que convierte a los trabajadores foráneos en sospechosos. Un 81% echa la culpa a los extranjeros de la bajada de salarios, una opinión que en 2000 compartía un porcentaje mucho más reducido (47%). Por añadidura, un 73% deportaría a los que hubieran cometido un delito de cualquier índole.

No es cierto que se esté produciendo un retorno importante de extranjeros a sus países de origen. Por ahora, los que vuelven a su tierra constituyen una proporción ridícula, del 1,4%. No se olvide que en España viven 6,7 millones de inmigrantes, si se incluyen los que han adquirido la nacionalidad española, los rumanos y búlgaros, cuyos países pertenecen a la UE. Los que satisficieron el «síndrome de Ulises» se cifraron en 91.305 en 2011, lo que en términos porcentuales es una cantidad exigua. ¿Puede ir a más el fenómeno? Es difícil predecirlo, pero a corto plazo Walter Actis, del colectivo Ioé, prevé un empeoramiento. Aun así, es probable que algunos latinoamericanos que se marchan del país no vayan a su patria, sino que emigren de nuevo a Brasil o Argentina, que registran un alto crecimiento económico, o se desplacen a Estados comunitarios con mejores oportunidades si poseen la nacionalidad española. «La sociedad y las instituciones no pueden dar la espalda a un 14,3% de la población», que trepa al 21,4% si se cuenta solo a las personas de edades entre 15 y 64 años.

La tesis de que la mejor solución al desempleo es expulsar al inmigrante es una «fantasía», dice la OIM. En términos absolutos, en 2011, cuando aún no se había llegado al 25% de desempleo, el ejército de parados autóctonos era de 3,34 millones, mientras que el de extranjeros sumaba 1,27 millones de personas.

 

Brecha salarial

Los españoles rechazan al extranjero sin recursos porque compiten por prestaciones y empleos menguantes. Pero la situación de los inmigrantes no es ni mucho menos ventajosa. Por lo pronto, el desempleo entre la población inmigrante duplicaba la de autóctonos en 2011, con un 39,1% de parados frente al 18,4% registrado entre los oriundos. La brecha salarial ha aumentado. Si el salario medio de los españoles apenas creció entre 2006 y 2010 (0,8%), el de los foráneos cayó de forma abrupta (10,6%).

Y eso que en más de la mitad de los casos, los ingresos de un inmigrante no superan el salario mínimo interprofesional (642 euros en 2012 al mes).

Si los españoles están siendo golpeados muy duramente, los extranjeros están casi noqueados. La tasa de pobreza en los hogares de los venidos de fuera escala al 31%, muy por encima de la población autóctona (12%).

Lo peor es que la economía sumergida campa a sus anchas. Muchos de los que se han quedado en paro se hallan a la intemperie: el 53% de ellos carecen de afiliación a la Seguridad Social.

Los que padecen de modo más acusado la embestida del paro son los africanos, con una tasa de desempleo del 49,3%. Ellos son los más vulnerables, dado que presentan la mayor proporción de hogares en los que todos sus miembros no trabajan.

El hundimiento de la economía está reservando al trabajador de fuera un empleo indefinido, pero de baja calidad, es decir, discontinuo y con jornada parcial. Este último tipo afecta sobre todo a las mujeres, que ante la pésima coyuntura, se han lanzado a buscar trabajo. Ni siquiera la regularización de empleadas del hogar para que coticen a la Seguridad Social ha dado los frutos apetecidos. La OIM carece de datos, pero se tiene la «percepción de que ha sido un éxito parcial, o un fracaso parcial», en palabras de Actis.

El factor que iguala a españoles y extranjeros es el desempleo juvenil, «el ámbito en que mejor se ha producido la integración», dijo con sarcasmo Walter Actis. Así, el paro era del 46% entre los jóvenes españoles y del 49% entre los inmigrantes.

Ante esta situación, el flujo migratorio hacia España se ha detenido.

Según la organización, la llegada de pateras, aun siendo dramática, es «anecdótica».

 

 

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