Hablo de los desheredados, de los ignorados, de los olvidados; de los que no tienen derechos; de los que no pudieron elegir; de los que intentan alcanzar la otra orilla; de los que intentan llegar a la tierra prometida.
Ellos son las víctimas de la injusticia. Ellos son los que mueren en silencio, sin ruido mediático. Son los muertos anónimos que nadie llora. Son esos cadáveres que, a veces, caen en las redes de los pescadores y son devueltos al mar como un zapato viejo. Son esa gente pobre del Tercer Mundo. Ellos son los protagonistas de un drama diario que a pocos interesa y conmueve.