Fue casi como estar en casa: alimentos comprados en Domínguez, de Baíñas; música del Combo Dominicano, la orquesta que este verano ha arrasado por la Costa da Morte (y media Galicia) y paisanos de parroquias de Vimianzo, Laxe, Camariñas, Zas y muchos otros.
Con estos ingredientes, los responsables del centro español de Delémont, encabezados por Francisco Ordóñez, de Calo, y con la inestimable colaboración de otros amigos y familiares (incluso su sobrino Fernando, empresario de hostelería vimiancés) montaron una fiesta en una sala de las afueras de la localidad que combinó la gastronomía con la música. Y todo en su orden, como es norma en Suiza.
Lo primero, la cena. El sábado, desde las 20.00 y hasta cerca de las 24.00 horas, unas 300 personas degustaron el cocido y se preparaban para el baile posterior. Los asistentes llegaron de varios puntos de Suiza, aunque la mayor parte eran de Delémont y alrededores. Pero también se unieron a la celebración unas sesenta personas que viajaron desde la comarca: aprovecharon para ver a familiares y amigos y para seguir al Combo, gracias a unos precios de los billetes de avión relativamente bajos, dada la época.
Después, turno del Combo Dominicano. Era la primera vez que actuaban en Suiza, y no defraudaron a los casi 900 asistentes: todos los de la cena y muchos otros que llegaron únicamente para ver la actuación. Que duró hasta la 1.30 aproximadamente, aunque la fiesta siguió para algunos.
Fue el día grande, pero las actividades festivas ya habían comenzado el viernes, con una discoteca móvil, y el propio sábado a mediodía, de nuevo con la discoteca móvil y con el Combo, que abrió sabor de boca con la interpretación de cuatro temas.
Tras esta actuación, cuenta Ordóñez que ahora su próximo reto es contratar a la Panorama para el mes de junio. Pero ya no será en el mismo sitio. «Faranos falta una sala máis grande», advierte. Ayer se mostraba muy contento por el resultado, además de la implicación de los emigrantes.
Delémont es una localidad pequeña, de apenas 12.000 habitantes, pero concentra a centenares de emigrantes de la zona, sobre todo de Camariñas (unas cien familias, de uno o varios miembros) y de varias parroquias de Laxe. Además del centro español, funciona otro, el Atees, que preside un camariñán. Ambos son puntos de encuentro diario que nuevos y viejos emigrantes, además de paso obligado para los taxistas que van y vienen de Suiza a la Costa da Morte.