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Irse a trabajar fuera: mucho más complejo que hacer las maletas

(19/05/2014)

Irse a trabajar fuera: mucho más complejo que hacer las maletas

La fortaleza anímica, la burocracia o la tributación son claves al planificar la salida; desde que arrancó la crisis, cada día se van al exterior 10 gallegos

 

 

Es algo más que liarse la manta a la cabeza y hacer las maletas. La ya de por sí complicada decisión de abandonar el país e irse a trabajar al extranjero -ya sea a propuesta de la empresa o personal- es un camino trufado de obstáculos. «La crisis ha cambiado el perfil de los expatriados -trabajadores cualificados desplazados por sus empresas al exterior entre uno y cinco años-, las condiciones han empeorado y se suman otras personas, no solo jóvenes, que buscan oportunidades», explica Bárbara Pardo de Santayana, socia directora de Human Capital de Ernst&Young Abogados (E&Y). Lo saben bien muchos ciudadanos: desde el 2008, según datos del INE, hasta mediados del 2013 (último dato disponible) casi 20.400 gallegos se han ido fuera. No se especifica el motivo, pero se intuye: buscarse un trabajo. Es una media de 10 casos cada día. Para el conjunto de España la cifra total supera los 260.000.

No planificar suficientemente y llevar resueltas las posibles eventualidades previamente, puede acabar dando al traste con la experiencia. Aspectos como la fortaleza anímica, la burocracia migratoria o dónde tributar son factores que los expertos señalan como claves a tener en cuenta a la hora de salir a trabajar fuera de España:

¿Hay un perfil más adecuado que garantice el éxito en el exterior?

Entre quienes se marchan fuera, obligados a buscar trabajo; y entre quienes ya tienen un puesto en España y es su empresa quien los envía al extranjero sí hay un perfil «tipo», como se recoge en el estudio de E&Y: varón, soltero y, a menudo, sin cargas familiares; para posiciones muy cualificadas (dirección y coordinación). Sobre el «éxito» de la experiencia, Óscar Izquierdo, del departamento de Human Capital, señala como fundamental que conozca bien el negocio, sea flexible, domine idiomas y tenga empatía. Porque la adaptación no es fácil.

Antes de viajar. ¿Y la burocracia migratoria?

«Dependemos de la legislación interna del lugar al que nos vamos. Por eso es eminentemente casuístico, incluso dentro de la UE», subraya María del Mar Morales, de E&Y. Un ejemplo es que en el Reino Unido (territorio Schengen) no se exige trámite ni registro migratorio alguno; en Alemania sí requiere registrarse, pese a pertenecer también al espacio Schengen. Suiza, que no forma parte de la UE, también requiere autorización de trabajo y tiene en vigor hasta el 31 de mayo una restricción. Y si esta disparidad se da en el seno de Europa, todo se complica más en los desplazamientos fuera de la UE: siempre se requerirán permiso de residencia y trabajo, en su caso. Hay que diferenciar el visado de turismo (de 90 días de validez) del de negocios, que exige visado de residencia.

¿Cómo adaptarse al país de destino?

De la euforia a la depresión, para regresar a la normalidad. Simplificando, esas serían las fases que atraviesa el expatriado y que arrancan con la «exótica», que dura de uno a tres meses y es el momento en el que el recién llegado de siente como un turista. La siguiente, entre el tercer y sexto mes, es la «fase de atención» y la persona puede sentirse aislada y dispuesta a regresar. Pero hacia el octavo mes mejora el ánimo y comienza la adaptación (fase de «ajuste»), para entrar en la «normalidad» después. «Aquí el trabajador se convierte en un buen guía para los nuevos incorporados y hace un buen desempeño de su trabajo», apunta el estudio.

¿Y las cotizaciones a la Seguridad Social?

Este es uno de los grandes quebraderos de cabeza. Para los trabajadores con contrato en España, los que están expatriados temporalmente, no cambian las condiciones, más allá del cumplimiento de requisitos mínimos establecidos por la legislación del país de destino. Pero si la contratación se hace ya en el país extranjero, esta será de acuerdo a su normativa laboral. Por regla general, las cotizaciones se realizan en el lugar donde se prestan los servicios, aunque hay casos en los que, al no haber convenio bilateral con España, se está obligado a cotizar aquí.

 

Cotizar en el extranjero y acabar multado por no declarar la pensión

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La consultora insiste en el concepto de residencia fiscal, que determina la tributación en España cuando el contribuyente permanezca más de 183 días en el año natural en el país o radique aquí la base de sus actividades e intereses económicos.

El residente en España tributa por el IRPF mientras que el no residente tiene un tipo impositivo fijo del 24,75 %. En esto es importante el año de salida y de regreso al país, ya que el resto del tiempo tributará en el país de destino y en España únicamente lo hará si tiene hipoteca o similar. Por contra, los residentes desplazados fuera pagan al fisco por la totalidad de los rendimientos el trabajo, pero se les aplican beneficios fiscales en el exceso de retribuciones que perciban por ello.

 

«La vuelta es una asignatura pendiente de casi todas las multinacionales»

Federico Ávila Álvarez relata que lo que le animó a tomar la decisión de ir y que fue lo atractivo de la experiencia y el proyecto profesional

Federico Ávila Álvarez, Ingeniero superior de Telecomunicaciones por la Universidade de Vigo, tiene 38 años y en el verano del 2011, Isolux Corsán, empresa en la que trabajaba como director de la división de industria, le ofreció la oportunidad de dirigir el negocio de la compañía en EE. UU. y Canadá desde la base de operaciones en Austin, Texas. «Recuerdo muy bien que me lo plantearon un viernes por la tarde justo antes de emprender un viaje con la familia», explica Federico, casado con una médico del Sergas y padre de cuatro niños.

Cuenta que lo que me animó a tomar la decisión de ir fue lo atractivo de la experiencia y el proyecto profesional en sí. «Norteamérica era en aquel momento un mercado prácticamente virgen para nosotros y con una importancia estratégica clave para el crecimiento del grupo en el futuro», asegura.

A la decisión también contribuyó las condiciones ofrecidas por Isolux: «Es normal que empresas en estas situaciones te ofrezcan ayuda en temas tan importantes como educación, fiscalidad, salud o vivienda, sobre todo en un país como Estados Unidos donde el sistema es tan distinto al europeo».

Los primeros meses

Federico recuerda el proceso de adaptación. «Los primeros meses son los más difíciles. Hay que adaptarse a una nueva cultura, una nueva sociedad y en muchas ocasiones, como en nuestro caso, a un nuevo idioma», dice. Pero superada esa etapa, la valoración es muy satisfactoria.

Sobre la posibilidad de volver a España, el ingeniero vigués no tiene la más mínima duda: «Sí, sin duda alguna queremos volver en el corto o medio plazo. Estados Unidos es un mercado apasionante y con grandes oportunidades, pero nuestra familia y amigos están en España y sabemos que, a partir de una determinada edad, la adaptación en la vuelta sería muy difícil para nuestros hijos».

Cuenta que la calidad de vida del americano medio es alta, «pero con un concepto muy distinto al que tenemos los españoles, y hay muchas cosas cotidianas que echamos de menos. En definitiva, España es un gran país para vivir», asegura. Pero el regreso de un expatriado profesional no es tan sencillo: «Nunca tiene respuesta fácil. Es una asignatura pendiente en las multinacionales que conozco».

 

 

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