Todas estas escuelas constituyen el germen de la primera red pública educativa que se creó en Galicia. Fueron pensadas y concebidas desde la emigración por personas que se agrupaban en sociedades, que casi siempre se bautizaban con la denominación hijos de, seguida del nombre de la aldea o el lugar de origen de los emigrantes. Su propósito no era otro que enviar ayuda económica a sus vecinos: gracias a sus donaciones se construyeron lavaderos, redes de agua o se mejoraron caminos. Aunque su misión principal siempre fue la de crear un espacio en el que sus antiguos vecinos pudiesen aprender a leer y escribir, tal vez porque la mayoría de estos benefactores supieron lo que era llegar a un país ajeno sin estos conocimientos.
El Consello da Cultura Galega tiene en marcha un trabajo que han bautizado como Luces de Alén Mar (conforma una exposición que se pudo ver en la Alianza Aresana y durante unos días más estará en Mugardos) y que da cuenta de la importancia de su ayuda. No solo se limitaron a construir centros educativos, también se preocuparon de los contenidos y pusieron especial énfasis en que los libros y el material escolar fuese el adecuado.
Los aresanos, pioneros
Los precursores fueron precisamente los emigrantes aresanos que el 20 de marzo de 1904 fundaron la Alianza Aresana de Instrucción. Cinco años más tarde se inauguró el primer edificio Alianza Aresana y que comenzó a funcionar como una escuela, pero que siguió creciendo y en la actualidad es un centro social y cultural municipal.
Hasta sesenta sociedades de ferrolanos emigrados unieron sus fuerzas y fondos para crear estas escuelas. Además, ocho benefactores dedicaron parte de sus fortunas a la misma causa. En algunos casos la vinculación y el cariño con el que lo hacían era tan patente como el caso del creador de la escuela para niñas de Sedes: Francisco Sabín donó su casa familiar para crear el nuevo centro e incluso viajó a Galicia desde Cuba junto con su familia solo para inaugurarla.