En marzo del 2007, Amal Ait Mohand se mudó de Marrakech a Lugo para vivir con su madre, pero dejando atrás abuelos, tíos, primos, amigos, compañeros de instituto... Tenía 18 años y recuerda que pasó los tres primeros meses llorando, deprimida y sin salir de casa. Ocho años más tarde, esta joven marroquí de 26 años prepara el trabajo de fin de carrera, cargada de ilusión y sueños. «Estoy orgullosa de ser la primera mujer árabe que estudia Administración y Dirección de Empresas en Lugo», sonríe. El próximo fin de semana explicará su experiencia de adaptación en el Congreso de Xénero, Museos, Arte e Migración que acogerá la Rede Museística Provincial.

-¿Qué fue lo más difícil en su llegada a otro país?

-Mi madre llevaba dos años en Lugo y llegué con mi hermano. Tuve dificultades para seguir estudiando porque mi español no era el más adecuado, pero fui a clases de español en Frigsa e hice un curso de camarera para estar con españoles y coger vocabulario.

-¿Cuándo retomó los estudios?

-Dejé el Xoán Montes [instituto] y me puse a trabajar en un restaurante. Podía acomodarme con un sueldo a fin de mes, pero decidí que quería hacer algo distinto y volví a estudiar el Bachillerato al Masculino. Se agradece estar con gente formada y culta, conocer otras culturas... Al principio me veía como el bicho raro, pero como éramos pocos, en clase se podía interactuar más, los profesores me ayudaron mucho y mis compañeros eran más adultos. Suspendí selectividad dos veces por muy poco, pero a la tercera fue la vencida. Y aunque llegué a la Universidad con miedos y dudas, estoy muy contenta, y encantada con la oportunidad que me da el Estado español de tener una beca.

-¿Por qué estudia Empresas?

-Para mí es la carrera ideal porque compagina contabilidad, finanzas, márketing... Al acabar me gustaría seguir viviendo en España, tener un buen sueldo y trabajar en el ámbito internacional; si puede ser, con países árabes. Aunque en Lugo me costó mucho entrar en contacto con la gente, no dejo de ser una mezcla, y hablo árabe clásico, marroquí, castellano, un poco de francés, inglés básico y algo de gallego.

-¿Cómo vive una musulmana en Lugo en estos tiempos?

-Bien. Los peores límites son los que ponemos en nuestra mente porque con esfuerzo y voluntad se consigue todo. En la cafetería de la facultad saben que no como cerdo, y en casa nos encanta la paella, la tortilla...

-Se dice que la comunidad musulmana es muy machista...

-Antes sí, pero ahora ya no los es tanto. La mujer en Marruecos se liberó muchísimo, salió al mercado laboral, está en la política... En mi familia quien más me apoyó para seguir estudiando fue mi abuelo, y todos están orgullosos porque estoy logrando algo en el extranjero. Y no uso velo, aunque la mayoría de las jóvenes lo suelen llevar después de casarse y tener un familia.

-¿Qué opina del integrismo?

-El terrorismo es terrorismo. Y es un problema de todos los países: árabes, europeos... Nuestra religión no dice que tenemos que matar a nadie.