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«Más del 80 % de los simpapeles que llegan a Europa son refugiados»

(06/04/2015)

«Más del 80 % de los simpapeles que llegan a Europa son refugiados»

 

Gil Arias, director adjunto de la agencia para la cooperación en las fronteras de la UE, adelanta que no consta que vengan lobos solitarios entre la avalancha de inmigrantes

 

varsovia / enviada especial, 03 de abril de 2015.

 

 

El comisario Gil Arias (Sober, 1955) aguarda en su despacho en la central de la Agencia Europea para la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los estados de la UE (Frontex), en Varsovia. El ventanal es amplio. Desde esa especie de atalaya observa la ciudad. Puede interpretarse incluso como una metáfora de la tarea principal que realiza el organismo del que es director adjunto y al que se incorporó en enero del 2006: «Apoyar a los estados miembros que tienen que hacer frente a una presión desproporcionada de la inmigración ilegal mediante la puesta en marcha de operaciones conjuntas. Pero la prioridad no es el control de la frontera, es evitar que los que cruzan hasta aquí mueran en el mar». De hecho, ahora el Frontex está sometiéndose a una evaluación interna tras la que podría dar un giro en su mandato para enfocarlo al salvamento porque, como explica Gil Arias, «no hay actualmente ningún organismo europeo que regule el rescate».

-Aunque no es su función, ¿realizan ya labores de rescate?

-Durante los últimos tres años el problema ya no es la elevada tasa de inmigración irregular en Lampedusa, la isla más cercana a Libia. Lamentablemente lo grave es que hay muchas tragedias con el hundimiento de pateras. De hecho, recuerdo el caso, al final del 2013, de dos barcos donde murieron todos sus ocupantes. Dentro de la operación Tritón que lleva a cabo la agencia y que fue puesta en marcha en noviembre, el 85 % de las personas que llegaron a Italia fueron en operaciones de rescate porque los barcos en los que viajaban estaban en riesgo de hundimiento debido a la sobrecarga.

-El debate sobre el cambio de funciones de la agencia ha llegado a España. El ministro del Interior ha dicho que asumir el salvamento podría suponer un un efecto llamada...

-Ahora no hay un organismo que regule el rescate. Algunas voces se preguntan por el tema y hay oenegés que demandan que, en lugar de dedicar tantos fondos a proteger las fronteras para crear una Europa fortaleza, habría que dedicar más recursos al rescate. Pero ahora ni la UE tiene un mandato legal para gestionar el rescate.

-Los conflictos en países como Siria, Irak, Libia... ¿Han disparado las entradas de inmigrantes?

-En el 2014 registramos 283.000 cruces de frontera en Europa, una cantidad tres veces mayor que la del año anterior y que duplica el número de los que cruzaron en el 2011, justo cuando estallaron las primaveras árabes. Todo ese incremento se debe a la guerra en Siria, por el despliegue del Estado Islámico en Irak, los problemas que aún hay en Afganistán, Somalia, Eritrea o Mali. En la mayor parte de los casos tendrían derecho a pedir el asilo. Más del 80 % de las personas que cruzan a Europa en la actualidad son refugiados, no emigrantes económicos. Esta mañana escuchaba en la radio que se habían incrementado incluso las peticiones de asilo en España, aunque están muy lejos de las que se formulan en Suecia o Alemania. Ambos países acumulan la mitad de las peticiones de asilo.

-¿Puede que entre esa avalancha de refugiados lleguen a Europa los llamados lobos solitarios?

-No consta que haya lobos solitarios, pero hay autoridades nacionales como las de Italia que indican que podrían venir camuflados entre inmigrantes. El riesgo puede existir, pero no tenemos una información sólida sobre eso.

-¿La inmigración ilegal debería tratarse como un problema del conjunto de la UE, no solo de los países que la sufren más de lleno?

-Es verdad que los países del sur, por donde se producen la mayor parte de las entradas, deben de hacer un esfuerzo mayor que los del norte, pero estos últimos contribuyen a esa carga aportando dinero a través de los presupuestos que Bruselas dedica al problema. Además, son muy pocos los que se quedan en los países del sur. No es lógico, por ejemplo, que un sirio se quede en Grecia.

«Por un viaje en barco chatarra a Italia pagan 7.000 euros»

Las mafias que controlan las rutas de entrada a Europa son la espada de Damocles de las autoridades. Como explica Gil Arias, son ellas las que lo controlan absolutamente todo: «Son las que capitalizan todo porque para ellas es muy lucrativo. Por un pasaje en un barco chatarra de Turquía a Italia pagan 7.000 euros. Teniendo en cuenta que en cada uno pueden ir unos 400, puede verse el dineral que pueden sacar».

-¿No pueden controlarse de algún modo?

-Es muy complicado porque operan donde las autoridades europeas no tienen acceso. El control hay que confiarlo a la actuación de las autoridades locales. Pero en los países de origen suele haber una gran inestabilidad, por lo que controlar la inmigración es algo que resulta impensable. Luego en estados de paso como Turquía o Libia las autoridades tienen otras prioridades. Por ejemplo, en Turquía de cuando en cuando tratan de evitar los flujos. En Libia no hay autoridad. Y en algunos casos son los propios agentes los que están involucrados. Gadafi estaba implicado en el alimento de esos viajes. Ahora continúan los grupos tribales. Es una industria más.

-¿Cómo es la colaboración con Marruecos?

-Por las noticias que tenemos, aunque las autoridades españolas tendrán mejor información, consta la colaboración. No podemos contar eso de las argelinas. Pero en agosto hubo dos o tres días en los que llegaron bastantes pateras. Por lo que contaban los que llegaban en ellas parece que fueron los marroquíes los que les habían animado a salir. Pero en general hay colaboración.

-Grecia amenazó a los responsables de la UE con abrir sus fronteras en caso de que no aceptaran sus demandas. ¿Le parece una bravuconada o no?

-No es una cuestión de abrir o no las fronteras. Tienen las puertas abiertas porque cuando pasan la frontera se les abre un registro y pueden marcharse. Aún cuando había centros cerrados, por la escasa capacidad que tenían les dejaban marcha y tenían 30 días para abandonar el país. Las declaraciones del ministro no tienen mayor trascendencia.

 

 

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