Pape Mor tiene 6 años, y la piel del mismo color de su padre. Es Baye Niass quien la acompaña, aunque admite que no quien cocinó sus buñuelos (beñe) senegaleses. También la pequeña admite que, aunque colaboró, casi todo lo hizo su madre. «Yo eché la fariña», reconoce, y asegura que siempre que puede echa una mano en casa: «Pongo la cocina y le ayudo a cocinar». Su plato fue el favorito de Soraya. Ella nació en Melilla hace 11 años, su hermano Cristian, en España, hace 6, y su madre, Jemaa, es marroquí. Los tres se desenvuelven bien con el español. Lo cierto, admiten desde Cruz Roja, es que, en general, los emigrantes de Marruecos están muy integrados en la sociedad pontevedresa.
Ellos tres se han encargado de hacer el arroz con pollo. Soraya recita casi de memoria los pasos que han ido dando para elaborarlo: «Cortamos el pimiento, el pollo -«lo lavamos primero», apunta Cristian-, removimos la sartén, echamos agua y tomate..». Normalmente no participan mucho en la cocina, pero Jemaa admite que es más por su culpa. «No nos deja, nos dice que nos vayamos a jugar», se queja Soraya. Su madre le da la razón: «Sí, yo les digo que cuando estén de vacaciones sí, pero mientras prefiero que hagan otras cosas. Y eso que a ellos les encanta fregar y cocinar», reconoce.
Es una tónica que se repite mucho entre las catorce familias que asistieron a la jornada organizada por Cruz Roja para celebrar el Día Mundial de la Salud. Para conmemorarlo, cada uno de los participantes en el Programa de Mediación Social y de Educación para la Salud tuvieron que elaborar una receta propia de su país. La oenegé se encargó de comprar todos los ingredientes para poder incluirlos en un recetario y ponerlos después a disposición de sus autores para que lo llevaran a la práctica. Ayer tocó probarlos todos.
Chocolate y «beñes»
Entre los más pequeños, el gran ganador fue el bizcocho de chocolate de Gabriel Ovelleiro y su padre, Jesús Ovelleiro. Fue el favorito incluso de Benja, un pontevedrés de 11 años al que su amigo Gabi, autor del bizcocho, le devolvió el gesto nombrando la macedonia, que había llevado Benja, su postre favorito. «Tenía melón», dice, entre serio y en broma. Muy cerca del bizcocho quedaron los beñes senegaleses de Pape y su madre, con un toque de coco.
Entre los adultos la cosa quedó más repartida: los buñuelos senegaleses conquistaron a Nawal Anqadi, una joven marroquí que colaboró, junto a su pequeña Hiba Amir, de 5 años, con su fideuá. «A ellos les encanta cocinar; si yo les dejo no salen de allí, pero me da miedo, porque a veces tengo un horno encendido o una sartén», afirma a modo de disculpa. Resultaba fácil dejarse llevar por los sabores propios, y el cuscús con cordero se erigió en otro de los preferidos de niños y adultos. «Me parece muy buena idea hacer una degustación de platos», dice la pequeña Soraya, antes de salir corriendo a jugar con el resto de los niños.
Los favoritos de los niños fueron el bizcocho de chocolate y «beñes» de Senegal
Los adultos admite que son los culpables de que sus hijos no cocinen con ellos.
