«El mundo entero nos está mirando», advirtió ayer ante la Eurocámara el comisario de Migración, Dimitris Avramopulos. Y la imagen que está dando la Unión Europea es «terrible», señaló el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, António Guterres. La situación «caótica» en la que Europa es incapaz de llegar a un consenso y cada Estado toma sus propias medidas para hacer frente a la crisis está causando un «gran sufrimiento», «miedo» y «desesperanza».

¿Por qué no se reubica a los 120.000 refugiados?

Porque no hay consenso. La Comisión Europea propuso un sistema de reparto de solicitantes de asilo basado en cuotas obligatorias. El plan cuenta con el respaldo de Alemania, Francia, Italia y otros países que al principio eran más reticentes, como España. Sin embargo, los socios del Este se oponen con ferocidad. Los denominados países de Visegrado (República Checa, Eslovaquia, Hungría y Polonia) junto a Rumanía se niegan a aceptar los cupos que les han asignado.

¿Es posible alcanzar un acuerdo antes del 8 de octubre?

Bruselas no es optimista pero esa es la fecha que maneja. Los países deberán ponerse de acuerdo para que el consejo de ministros del Interior apruebe ese día el plan de reubicación. Hay un largo trayecto de camino. Por lo pronto, los ministros volverán a reunirse el próximo martes con carácter de urgencia y el presidente del Consejo, Donald Tusk, podría anunciar mañana la convocatoria de una cumbre extraordinaria de líderes para acercar posturas.

¿El esfuerzo de acogida será suficiente?

No. La agencia europea para el control de fronteras (Frontex) calcula que desde comienzos de año hasta agosto al menos 500.000 migrantes han llegado a las fronteras europeas para pedir asilo, la gran mayoría procedentes de Siria, Irak y Eritrea, países en conflicto. Todavía quedan tres meses y medio para que acabe el año y solo Alemania estima que recibirá un millón de solicitudes de asilo.

¿Por qué Hungría es el blanco de tantas críticas?

El Gobierno del ultraderechista Víktor Orbán ha sido el adalid de la lucha contra la acogida de refugiados. Primero elevó una alambrada en la frontera con Serbia. Después construyendo un segundo muro, más fuerte y alto, sobre los 175 kilómetros de la frontera serbo-húngara. Ha torpedeado el acuerdo sobre el sistema de cuotas y ha puesto en marcha una nueva ley que contempla penas de prisión para los migrantes que crucen de forma irregular su frontera. Avramopoulos se reunirá hoy con las autoridades húngaras para aclarar si es conforme a la legalidad. El país tiene abiertos varios procedimientos de infracción por incumplir de forma sistemática la normativa europea de asilo.