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Los gallegos empiezan a hartarse de May

(03/12/2018)

Los gallegos empiezan a hartarse de May

Consideran que sus ataques a los europeos que trabajan en la isla son populistas y que usa a los inmigrantes como blanco para ocultar los errores de la clase política británica

 

María se levantó la mañana del referendo con la sensación de que el país donde vivía no quería considerarla como una igual

María se levantó la mañana del referendo con la sensación de que el país donde vivía no quería considerarla como una igual

 


londres / corresponsal 01/12/2018

 

 

¿Cómo sobrelleva la colonia gallega del Reino Unido las menciones, entre arrogantes y despectivas, de que son objeto en tanto que inmigrantes europeos por la campaña que libra la primera ministra, Theresa May, para lograr la aprobación del acuerdo sobre el brexit que cerró con Bruselas? ¿Se sienten señalados? ¿Les duelen o preocupan alardes de supremacismo como el que exhibió hace días, al presumir de que supone un éxito que los europeos dejarán de saltarse la fila de inmigrantes para entrar en el Reino Unido?

 

María Álvarez García es de Brión y lleva viviendo en Londres desde el 2011, aunque anteriormente ya había estado aquí un año, en el 2009, tras cursar el Erasmus en el 2008. Su opinión del uso que hace la primera ministra de la inmigración para hacerse perdonar la negociación con Bruselas resume el sentir general. Es «sensacionalista» y «política» en el peor sentido de la palabra. «Nadie se ha saltado nada. De la misma manera que a un inglés no se le pedían explicaciones cuando se iba a vivir a la costa de Levante o a la Bretaña francesa, a un español, un francés o un polaco no se les pedían explicaciones para venir al Reino Unido. Eran las normas del juego para todos. Que ahora el Reino Unido haya decidido dejar de jugar no significa que las reglas no estuvieran claras».

 

 

Álvarez cree mínima la repercusión que tiene el brexit en su día a día, pues ya tiene la residencia permanente, pero cuenta que sí le afectó. «La mañana después de la votación me levanté con la sensación de que el país donde vivía no quería considerarme una igual. Aunque tengo la suerte de vivir en Londres, donde la mayoría de la gente votó por quedarse en la UE, la realidad es que la mitad de la población decidió romper la baraja, y su razón principal es que hay demasiada gente como yo». Burocracia, papeleo y búsqueda de una estabilidad legal después del brexit no son comparables, a su juicio, «con todo el daño emocional» que la decisión en sí les hizo a los europeos que viven en el Reino Unido. 

 

Cree que cada día que pasa está más claro que «ni la población ni los políticos tenían ni idea de lo que supondría romper con la UE». «Mucha gente está ahora abriendo los ojos y dándose cuenta de que esta decisión es para siempre y que va a cambiar la vida de todos, tanto ingleses como europeos». Quiere creer que, si May no consigue los escaños suficientes para pasar el acuerdo en Westminster, la decisión volverá al pueblo. «Y entonces ¿qué haríamos desde Bruselas? ¿Dejar que volviesen como un niño después de una pataleta? La incertidumbre es demasiado grande».

 

Pérdida de atractivo

 

Quizá la fila no sea tan larga. Elena García-Muñoz Vaquero nació en A Coruña pero lleva desde agosto del 2013 en Londres, atrapada por el ritmo de la ciudad y las oportunidades laborales como profesora de español en el Instituto Cervantes y otras instituciones británicas. Para ella, la ya famosa frase de May es un «titular populista» pensado para satisfacer al sector más euroescéptico de su partido y de la sociedad. «Cada día cojo el tren para ir al centro de Londres. Hasta hace muy poco, llegando a la estación de Waterloo podías leer un enorme cartel que decía: «Brexit, nadie votó para ser más pobre». Todo el mundo sabe ya que este país se va a empobrecer, incluso los que votaron a favor de salir. El Reino Unido perderá atractivo para muchos profesionales europeos. Quizá la fila de la inmigración no se tan larga como presume May», presiente.

 

El brexit le preocupó al principio, cuando los rumores y especulaciones sobre lo que iba a pasar eran constantes. «Todo ese ruido es una gran distracción, así que he preferido concentrar mis energías en estar informada de cuáles son las mejores opciones para permanecer en el país, que es mi deseo. Solicitar la residencia permanente, a la que se tiene derecho tras vivir aquí cinco años, como primer paso para obtener la nacionalidad. Esa es la ruta que voy a seguir». En su opinión, está claro que «un mal acuerdo es mejor que nada. Significa estabilidad frente a incertidumbre, y la incertidumbre se lleva muy mal con la economía». Sugiere que el Parlamento británico terminará votando a favor del acuerdo de May.

 

Todos sus amigos británicos votaron por permanecer en la UE y durante algún tiempo fantasearon con la idea de un segundo referendo que no ha llegado. «Están tristes y preocupados por la deriva del país. Yo soy de naturaleza optimista y pienso que el brexit no es un proceso irreversible. Como ha dicho un diplomático francés hace pocos días, es un proceso de 30 años: diez para salir, diez para darse cuenta del error y otros diez para volver a entrar».

 

Segundo referendo

 

Xenofobia hacia el inmigrante. María Jesús Abilleira es de Pontevedra y lleva más de 12 años en Londres, donde trabaja en una editorial de educación y como profesora de español para extranjeros. Al igual que Álvarez y García-Muñoz, cree que las palabras de May están dirigidas a la facción dura de su partido favorable al brexit más radical, con el fin de intentar neutralizarla. No obstante, las tilda de «peligrosas en el contexto actual del mundo, donde la inmigración se está utilizando con fines políticos». Viniendo de May, que se considera de centro, subraya, «son muy peligrosas».

 

María Jesús está escandalizada porque contradice la imagen de los británicos como negociadores puntillosos

María Jesús está escandalizada porque contradice la imagen de los británicos como negociadores puntillosos

 

Le parece que la victoria del brexit en el referendo del 2016 fue resultado de una xenofobia hacia el inmigrante: «Aquí nadie se salta la cola: se sigue la ley europea de libertad de movimiento y nosotros hacemos por integrarnos. Siento que los Gobiernos nos usaron a los europeos para culparnos de lo que no hacen». Esta editora no cree que le afecte el brexit en cuestiones de estancia porque está preparando los papeles para solicitar la residencia permanente. Pero sí le preocupa cómo afectará a la economía. «Si habrá una recesión, si será beneficioso quedarse aquí, porque se ve que no hay un plan y que crece mucho la incertidumbre».

 

Lo más inteligente, afirma, seria someter a referendo el acuerdo final, pero, puntualiza, no puede estar tan mal organizado como el primero. «Fue una mayoría con un porcentaje minoritario, en el que dos naciones quieren seguir y otras dos no. Nunca debió de plantearse de ese modo», lamenta. También se muestra sorprendida por «el grado de improvisación y falta de responsabilidad. Los británicos son negociadores y puntillosos, pero ahora se portan de manera muy diferente de la idea que se tiene de ellos. Es un caos total».

 

 

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