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Jóvenes emigrantes encuestados por La Voz dicen que no volverán a corto plazo

(04/03/2019)

Jóvenes emigrantes encuestados por La Voz dicen que no volverán a corto plazo

 

La mayoría suman más de cinco años trabajando fuera aunque muchos salieron sin contrato

 

 

Carolina se marchó de Galicia en 2006 con una beca Erasmus para cursar su tercer año de carrera universitaria en Alemania. Contaba con quedarse unos diez meses, y actualmente sigue allí, viviendo en Stuttgart. Al finalizar su programa internacional, solicitó el traslado de expediente a la facultad del país germano y, aunque al graduarse intentó encontrar un empleo en Galicia, las condiciones laborales le parecieron «pésimas». Así lo explica esta arquitecta. En Alemania empezó trabajando en un restaurante español. No obstante, en tan solo cuatro meses ya encontró un empleo en su campo.

 

 La suya es una de las más de 500 historias surgidas a través de una encuesta publicada en el portal Global Galicia, que ha permitido analizar las circunstancias laborales de aquellos que viven alejados de su comunidad de origen.

 

El sondeo revela que cerca del 65 % de los encuestados viven fuera de Galicia desde hace más de cinco años. Héctor, un ingeniero de caminos residente en Francia desde hace casi una década, cuenta como tuvo que emigrar en el 2010 porque «no había absolutamente nada en España». Llegó en febrero del 2011 y en marzo de ese mismo año ya tenía trabajo como jefe de obra. A día de hoy trabaja como responsable comercial.

 

Las ganas de volver a instalarse en Galicia son palpables en muchas de las historias, a pesar de que la mayoría de los emigrantes no contemplan volver a España, al menos a corto plazo. «A día de hoy tengo un trabajo que me encanta, con unas condiciones que ni de lejos se ofrecen en Galicia, por ello no me planteo volver», comenta Helena, una ingeniera aeroespacial asentada en Alemania.

 

 «No me arrepiento de haberme ido», narra Elena, que emigró a Irlanda en el año 2000. Su plan era quedarse como mucho un año. Han pasado 19. «Tengo una estabilidad laboral que por desgracia nunca viví en Galicia», explica esta profesora que actualmente trabaja en una universidad irlandesa. Subraya además, cómo de «valorada» se siente en su actual trabajo.

 

«Ni con dos empleos en Pontevedra podía acceder a una vivienda y formar una familia», confiesa esta maestra que vive en Andorra. «Echo de menos Galicia, pero no me permitiría llevar una vida cómoda», añade.

 

Iván, un enfermero residente en Estados Unidos, comenta que allí gana al mes «cuatro veces más que en España», mientras que otro gallego asentado en Luxemburgo narra como puede «desfrutar dun bo nivel de vida, mellor evolución laboral e aforrar, ata que poida voltar a Galicia con maiores coñocementos».

 

 «Es lamentable que nuestro talento haya sido valorado por empresas extranjeras, con mejores condiciones laborales y una remuneración más alta», confiesa Javier, un ingeniero de caminos asentado en Chile. Él forma parte del perfil mayoritario que desglosa la investigación: los mayores de 30 años, un grupo que reúne a ocho de cada diez gallegos que respondieron a las preguntas.

 

Los menores de 30 copan solamente el 20 % de la encuesta, aunque más de la mitad llevan ya viviendo fuera de Galicia como mínimo 2 años.

 

Muchos confiesan sentirse felices en sus actuales lugares de residencia, aunque al mismo tiempo remarcan la complejidad de los inicios. Este ingeniero que vive en Chile explica cómo volvió a la facultad a los 40 años para convalidar su título universitario. «No fue fácil examinarse con chavales de 20 años, pero me siento orgulloso de tener mi título chileno colgado en mi oficina», añade.

 

«Me fui por necesidad porque en España no encontraba trabajo y fue muy duro a los 45 años hacer la maletas», cuenta otro lector que emigró a Italia.

 

Los inicios en el mercado laboral fuera de Galicia coinciden en un alto porcentaje de los encuestados: empezaron como becarios, o ejerciendo como profesionales en otros campos que nada tenían que ver con sus estudios.

 

Luis cuenta como a los 54 años perdió su empleo en Galicia y estuvo «al borde de la pobreza extrema». Su única solución fue irse a Buenos Aires, donde sigue a día de hoy, aunque planea volver cuando se jubile.

 

¿Cómo encontraron trabajo?

 

La mitad de los encuestados emigraron ya con un contrato estable, aunque el otro 50 % hizo las maletas sin un plan a largo plazo. Tres cuartas partes de los gallegos que se marcharon sin un contrato de trabajo lo encontraron gracias a la búsqueda activa o a la colaboración de amigos o conocidos. Otros llegaron a sus nuevos destinos sin saber el idioma local y aprovecharon su estancia para aprender una nueva lengua, lo cual es esencial para encontrar trabajo en algunos países. «Durante cinco años me dediqué a estudiar el idioma y a trabajar haciendo camas en hoteles o como lavaplatos. Actualmente he terminado mis estudios de Magisterio y trabajo como profesora de primaria en un colegio», cuenta esta chica que emigró a los 22 años con su pareja a Inglaterra.

 

La mayoría de los encuestados que se fueron con un trabajo cerrado fueron contactados por una compañía extranjera, o bien trasladados por sus empresas a otros países. «Trabajaba en una empresa alemana que me ofreció cambiar de departamento. Decidimos aceptar la oferta porque consideramos que es un país mejor que España para criar a nuestros hijos ya que las ayudas a la conciliación familiar son auténticas», cuenta este lector que decidió emigrar a Alemania con su familia. Otro caso es el de un joven que fue contactado por una empresa brasileña y, tras pasar por Brasil fue trasladado a China dónde trabaja actualmente. «Me propusieron ir de becario a una multinacional brasileña de motores eléctricos. Después de cuatro años en Brasil la empresa me ofreció ser expatriado para China donde trabajo desde hace un año y medio», añade.

 

Emprender lejos de casa

 

Algunos de los encuestados han decidido, además de emigrar, lanzarse a la aventura emprendedora fundando sus propias empresas. Es el caso de un gallego que se fue a Rumanía donde ahora tiene su propio negocio: «Llevo cinco años en la ciudad de Bacau donde he fundado una empresa de energías renovables», explica. Otro caso es el de un chico que emigró a Suiza cuando tenía quince años: «Actualmente soy el co-propietario junto a mi socio, también gallego, del taller dónde empecé a trabajar en 1994».

 

«Vine aquí de vacaciones durante dos semanas. ¡Y ya han pasado 20 años!», narra este informático que dirige su propia empresa de consultoría informática en Londres. El suyo es el paradigma de una decena de testimonios, que cuentan como en el extranjero se han convertido en emprendedores y coinciden en que en España esto sería «impensable». Así, Pedro detalla cómo emigró a Argentina después de que quebrase su negocio de muebles en España. En Buenos Aires empezó con un pequeño comercio hasta llegar a inaugurar su propia fábrica, que actualmente sigue creciendo: «Aquí nadie me regaló nada, trabajo lo mismo y tengo una calidad de vida que jamás tuve en España», sentencia.

 

 

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