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El «brexit» cierra la puerta a los «au pair»

(15/02/2021)

El «brexit» cierra la puerta a los «au pair»

El Reino Unido, destino preferido de los españoles para aprender inglés viviendo con una familia, exige ahora visado de inmigrante con un salario anual mínimo de 23.000 euros

 

Viajeros a su llegada al aeropuerto de Heathrow, en Londres

Viajeros a su llegada al aeropuerto de Heathrow, en Londres

 
 


Londres /Colpisa 15/02/2021

 

Ethan Blasco acaba de cumplir 22 años y no tiene más que buenas palabras sobre la localidad en la que vive, Weybridge, una villa con unos 30.000 habitantes en el oeste de Londres. Describe a la pareja que le acoge desde septiembre con términos también afectuosos. Le han facilitado la integración en la familia y en el país, le tratan con confianza. Es, al fin y al cabo, como un hermano mayor para su hijo de 7 años.

El joven valenciano pertenece al último grupo de europeos que podrá disfrutar de esa experiencia. Porque el brexit ha deparado la sorpresa de que se comercien un mes después más acciones en la bolsa de Ámsterdam que en la de Londres, o de que algunos marisqueros escoceses no puedan exportar; y el descubrimiento de que ya no se permite la entrada de au pairs en el Reino Unido. Los Gobiernos británicos han dado prioridad en los últimos cinco años al fin del movimiento libre de personas en la Unión Europea y el 1 de enero entró en vigor una nueva ley de inmigración. Exige visados a los extranjeros que busquen un trabajo remunerado. Entre los requisitos se incluye que quienes tengan una oferta para cuidar niños han de recibir un salario anual mínimo de unos 23.000 euros.

 

Blasco puede permanecer en el Reino Unido porque llegó antes del fin del 2020 y ha solicitado, al igual que otros 250.000 españoles, el estatuto de asentado. El suyo es provisional, porque debe pasar cinco años de residencia para que se le reconozcan todos los derechos de los ciudadanos comunitarios asentados en el país. Puede y quiere continuar con su actual trabajo. La paga es de 114 euros por unas 25 horas semanales. Pero tiene su propia habitación, come y cena con la familia, tiene tiempo para estudiar inglés y así complementar su grado superior de animación y actividades físico deportivas (Tafad). Quiere conocer más lugares y facetas de «uno de los mejores países del mundo», cuando terminen las restricciones por la pandemia.

 

Tanto él como Laura Martín, fundadora de la agencia Servihogar, que también le organizó su primera experiencia como au pair, hace cuatro años en Escocia, mencionan en la conversación un argumento común entre los afectados por esta sorpresa del brexit. «El programa au pair ha de tratarse como un intercambio cultural y no como un empleo», afirman. 

 

familia española para pasar con ella un curso? ¿La promesa de setenta euros semanales a cambio de cuidar a los niños y de hacer alguna tarea doméstica? No. Quieren mejorar su conocimiento d

 

¿Qué motiva a las chicas alemanas, suecas u holandesas que piden a Martín una el español, al igual que Ethan Blasco con el inglés. Ya prepara el examen para el nivel intermedio B1. 

 

Indiferencias

 

No todo son parabienes sobre el estatuto de au pair. Cuando Peter Foster publicó en Twitter su artículo del Financial Times sobre el fin de un intercambio del que se beneficiarían al menos 45.000 familias británicas, una cascada de reproches cayó sobre el autor, por preocuparse por quienes «explotan de manera descarnada a jóvenes extranjeros como esclavos modernos», según una réplica. 

 

La respuesta del Ministerio de Interior británico a Jamie Shackell, presidenta de BAPAA, asociación de agencias de au pair, sugiere que el final es bienvenido. «La inmigración ha de considerarse junto al desarrollo de la mano de obra del Reino Unido, en vez de como una alternativa», decía la carta. Y recomendaba que las familias ofrezcan mejores condiciones para atraer a inmigrantes con visado.

 

Cynthia Cary, que creó hace doce años la agencia Rainbow en Inglaterra y ha tenido en Servihogar una referencia para reclutar a sus au pairs, ha perdido más del 90 % de su negocio, que se surtía de jóvenes comunitarios. Ve «un futuro lúgubre» para su empresa. Intentará ahora reclutar directamente a estudiantes que han pospuesto su marcha a la universidad por la pandemia o a nuevos inmigrantes. 

 

Se pondrá a prueba la voluntad de jóvenes británicos, o de australianos y neozelandeses que se benefician de visados temporales para jóvenes extranjeros, de vivir con una familia y trabajar por el salario mínimo las horas contratadas, cuando ya conocen el idioma y la cultura. La pérdida de au pairs perjudicará especialmente a familias monoparentales o en las que ambos cónyuges trabajan. 

 

Un intercambio internacional desde hace siete décadas

 

Las enciclopedias sitúan el origen del término au pair, expresión francesa que se puede traducir como «a la par», en una cita del novelista Honoré de Balzac, que describió de esa manera a una empleada que parecía disfrutar de igualdad con su patrón. La popularidad como ocupación habría crecido tras la Segunda Guerra Mundial.

Lucy Lethbridge cuenta en Servants, sirvientes, que en 1964, agencias habían llevado al Reino Unido a 20.000 chicas para trabajar como au pairs. La tarea era entonces restringida a mujeres y las fantasías produjeron literatura sobre «duras y mercenarias» chicas francesas que conquistaban al marido de la casa vecina o jóvenes nórdicas con una libertad sexual que consumía a los adolescentes locales. En 1969, el Consejo de Europa promovió un acuerdo internacional para la regulación común, que recomendaba normas y contratos. España lo ratificó en 1988, pero, una década antes, una mujer suiza ya había creado en Barcelona la primera agencia en España. Pertenecía a una familia que extendió la actividad por varios países europeos.

 

Victoria Vicente aprendió el oficio en la agencia, Au Pair Internacional y la compró a su fundadora. Su actividad se extendió en España y por diferentes países de Europa, América y Asia. Reclutaba también a jóvenes deseosos de aprender inglés como empleados para la hostelería británica, siempre necesitada de mano de obra extranjera.Recuerda el tiempo en el que la aspirante a au pair necesitaba una carta de la familia para entrar en el Reino Unido y que Sara Montiel tenía chicas extranjeras en su casa.

 

No ve una solución inmediata al problema creado con el brexit. Trabaja con agencias en Irlanda, pero ese mercado no puede satisfacer toda la demanda. Tras el bajón de actividad en la pandemia y el cierre del Reino Unido, disolverá la agencia este otoño y se jubilará. Como otras gestoras del sector, Vicente reconoce que hay familias que abusan de la au pair, pero que se destacan las malas noticias cuando la experiencia general es positiva. Ethan Blasco cuenta que, en el grupo de cincuenta que tienen en WhatsApp los au pairs de su zona, solo dos han tenido problemas, uno de ellos por su culpa y otra chica con una familia musulmana que le exigía seguir normas de su fe.

 

 

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