CESAR QUIAN

 

Galicia fracasa esta vez demográficamente por una natalidad que se hunde sin freno ni remedio efectivo y una inmigración insuficiente, pese a que pulveriza los datos de la emigración. El espejismo que se registró el 1 de enero del 2020, cuando la comunidad subió en algo más de 2.000 residentes, queda ahora en evidencia a causa de un saldo vegetativo altamente negativo, con muchas más muertes que nacimientos. Si durante todo el 2019 Galicia aumentaba por los migrantes su censo un 0,07 %, pese a haber fallecido 15.631 personas más que los niños nacidos en ese tiempo, ahora los registros retroceden en 17.610 residentes, pese a que han llegado 12.113 nuevos vecinos más que los que se marcharon a vivir a otros puntos de España o el extranjero.

El peso de Galicia en el conjunto de España se sitúa por primera vez en toda su historia por debajo del 5,7 %, un punto menos ya que a comienzos de siglo, o muy lejos del 11,49 que suponía en el año 1857.