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«Huimos de los talibanes, pero aquí no logramos un alquiler por ser refugiados»

(06/06/2022)

«Huimos de los talibanes, pero aquí no logramos un alquiler por ser refugiados»

mónica torres TUI / LA VOZ

 

Torres

 

Zamen Alí, traductor para las tropas españolas, asegura que puede pagar

 

05 jun 2022 .

 

El gran sueño de la mayoría de ucranianos que vinieron a España a consecuencia de la invasión rusa es poder volver lo antes posible a su país. No es el de todos los refugiados, porque muchos han tenido que asumir un exilio sin retorno. Zamen Alí Ebrahimi trabajó como traductor para el ejército español en Herat, por lo que, después de que los talibanes se hicieran con el control de Afganistán, tuvo que salir huyendo de su país con su mujer Marziyah Kawari y sus cuatro hijos, dejando atrás familiares, amigos y todas sus pertenencias. La caza sin cuartel de los talibanes contra todos aquellos que han colaborado con la OTAN, tachados de infieles no solo pone en peligro al matrimonio y a sus hijos sino a la familia que tuvieron que dejar allá

 

 

«Tuvimos que escapar con lo puesto para salvar la vida», explica Zamen Alí Ebrahimi, desde uno de los centros de acogida que la asociación Diversidade Acolle tiene en Tui. Su sueño es encontrar una casa o un piso de alquiler en el que poder reiniciar su vida, pero se enfrentan a un nuevo drama porque, en la que pensaron como anhelada tierra de las oportunidades, le cierran las puertas de las inmobiliarias pese a que el programa de acogida apoya el alquiler y cuenta con todas las garantías para que no exista impago.

 

«Estamos desesperados, hemos podido escapar de los talibanes pero necesitamos una hogar. No queremos ayudas ni regalos, solo poder trabajar como siempre hemos hecho, pero nos dicen que no hay alquileres para refugiados», explica Zamen Alí Ebrahimi, visiblemente afectado después de tres meses peregrinando por inmobiliarias de Vigo, Tui y O Porriño.

«Tuve que dejar Afganistán porque trabajaba con las tropas españolas, tenemos todos los papeles y no hay posibilidad de impago porque recibimos la ayuda del programa de acogida para el alquiler, pero, en cuanto digo que me llamo Zamen, me dicen que no es posible, que soy inmigrante. ¿Cómo se lo explico a mis hijos? Esto es muy duro», razona descorazonado este padre de familia con cuatro menores de 2, 6, 12 y 16 años a su cargo.

 

A las reticencias por ser extranjero se le suman unos trámites burocráticos inviables. «Todos piden seguro de alquiler, aval bancario y un contrato de trabajo. ¿Cómo voy a cumplir todos esos requisitos si acabo de llegar al país?», se pregunta Zamen Alí, insistiendo en que ningún propietario debe preocuparse por el pago puntual «porque recibo una ayuda para poder costearlo». «Tenemos el apoyo de la comunidad internacional y se nos permite, tanto trabajar como vivir en este país. ¿Por qué debemos ser tratados así», lamenta este matrimonio en un llamamiento desesperado por mejorar su situación.

 

 

Zamen Alí Ebrahimi se maneja en castellano con fluidez, además de hablar inglés y farsi. En Afganistán había conseguido levantar una empresa de distribución de alimentos que le permitía mantener a toda su familia y también tenía todos los permisos de conducción. Aquí les toca empezar de cero y, pese al duelo, han aprovechado al máximo todas las oportunidades que les brindó la asociación. El padre de familia está participando en un curso de formación de la asociación de transportistas, Apetamcor, en el polígono de A Granxa. «Vinimos con ilusión a España en busca de oportunidades, pero ahora necesitamos independizarnos», reitera el matrimonio. Que su sueño se cumpla sería el mejor reconocimiento para conmemorar el próximo lunes 20, el día del refugido.

 

Torres

 

61 refugiados en tres centros de acogida

 

Entre los tres centros de acogida temporal que la asociación Diversidades tiene en Tui, conviven, a día de hoy, 61 refugiados de once nacionalidades a las que España les ha concedido protección internacional. En sus países eran perseguidas por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género u orientación sexual.

 

Su ardua labor, arrancó en plena pandemia. «Fue difícil e ilusionante. Abrimos el primer centro en el 2020 con quince personas de Siria, Georgia, Venezuela y Colombia», recuerda Inma Rodríguez. Son el primer refugio para decenas de personas que llegan a Tui a través del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migración. «Hay que romper el estereotipo de que las personas de fuera vienen a recibir ayudas y no a contribuir al país. Muchas tenían negocios y lo único que quieren es poder normalizar sus vidas e incluso emprender», advierte la directora del centro, volcada en la búsqueda de un alquiler para la familia Ebrahimi. En el equipo de profesionales hay trabajadores sociales, abogados, orientador laboral, educadores, profesores de castellano y traductores. «Durante su estancia en el centro les facilitamos las herramientas para su independencia, con itinerarios personalizados para cada persona llega», explica. La familia de Zamen Alí está lista hace ya tres meses para independizarse, con su estatuto de refugiado.

 

 

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