El sobrino de Miguel Ángel Canda llevará las riendas de un negocio que ya generó una decena de puestos de trabajo en el municipio: «La cárcel está ahí, pero somos más»

14 nov 2022 .

Miguel Ángel Canda se fue para Miami siendo un chaval, fue uno de esos jóvenes que emigraron al otro lado del Atlántico en busca de una vida más próspera. Su vida estaba en la costa de Florida, pero su corazón seguía en A Lama, a donde venía con frecuencia. Emigró, al igual que hicieron todos sus hermanos, que poco a poco han empezado a regresar a España tras años en Alemania, Brasil, México o Florida. Hace años, este eterno vecino de A Lama empezó a darle vueltas a la idea de emprender en su tierra para devolverle la vida que tenía cuando era niño. Se fijó en un edificio que se levanta en la entrada del pueblo y que llevaba muchos años cerrado. Canda creyó que sería una buena idea darle a A Lama un hotel, su único hotel, para que el turismo rural fuese una fuente de ingresos para el municipio. El proyecto fue cogiendo forma en su cabeza y en la de buena parte de su familia, a la que también involucra. «Esto es un negocio familiar, mi tío vendió los negocios que tenía en Miami y quería montar algo en su pueblo para ver si le daba vida, le entristecía ver como cada vez iba perdiendo más población», explica su sobrino Javier Canda, que lleva las riendas del Hotel Candor, que abrió este fin de semana.

Han sido 48 horas casi sin descanso. Primero una jornada de puertas abiertas y después un apertura en la que tuvieron una buena acogida, pero que todavía los tiene adaptándose a esta nueva vida. Miguel Ángel no ha podido estar, pero Javier son sus ojos y su corazón en el hotel. «A Lama es más que la cárcel, cuando le dices a alguien que eres de aquí, te dicen 'Ah, donde la cárcel'», comenta Canda, que quiere que además se reconozca por sus naturaleza: «La prisión está ahí, pero también tenemos la Fervenza de Oitavén y un entorno muy rico que está sin explotar». Sabe que le queda mucho trabajo por hacer para sacar adelante un proyecto con 33 habitaciones, que han renovado para darle un aire más moderno. En el municipio hay media docena de casas rurales, pero su proyecto es el único de esta envergadura. «Hace años fue un hotel y ahora estaba en manos de Eléctrica Moscoso. Mi tío comenzó a interesarse hace unos tres años. En el 2000 se abrió, pero desde el 2006 estaba parado», advierte el sobrino de Miguel Ángel poco después de descargar la mercancía para arrancar la semana. 

Borrar la asociación de A Lama con la cárcel es uno de los objetivos de este proyecto, que aspira a convertirse en una especie de oficina de turismo que oferte actividades de turismo rural, paseos a caballos. «Eso es en lo que nos queremos centrar, aunque en estos primeros días no hemos parado de recibir llamadas para cenas y celebraciones de Navidad», suspira Javier Canda, que no ha tenido tiempo de descansar. 

El sueño de Miguel Ángel de darle vida a su pueblo natal ya ha empezado, pero como dice su sobrino, esa filosofía no tendría sentido si el empleo lo generasen en otro concello. «Somos once trabajadores y todos de A Lama, si queremos que el pueblo crezca hay que apostar por él», subraya uno de los responsables del hotel, que prevé ampliar la plantilla en los próximos días para seguir dando forma a un proyecto que nace de la emigración.